para despertar

Días difíciles de confinamiento, en los que prima el distanciamiento social, re descubro un recuerdo de hace cinco años atrás, un encuentro memorable en el que  escribía algo así:

Amanece en el País Vasco, el crujir de la guitarra de Los Suaves hace desaparecer los kilómetros, al pasar el río Limia devuelve a la memoria a dos niños en una pequeña aldea de Betanzos, en Carballiño un joven con la responsabilidad de hacer puentes se pone nervioso y duda sobre que botellas escoger, volvemos pronto le susurra Marta a Paco, Diego cierra los ojos y busca detener el tiempo, rapaza que se hace reina de la uva Godello, Pablo deja su finca, aunque por su bronceado la lleva impresa en su cara. Eladio hace tiempo que dejó de ser aprendiz  y con su propuesta de Poulsard lo dejó muy claro. Roberto el chef, siempre buscando la armonía perfecta. Desde el bajo Arnoia llega el lamento de la ausencia  por no poder asistir.


Quinta da Muradella Bastardo 2008, cuenta un camino antiguo, hosco y solitario, apenas transitado. En su huella brotan los manantiales, el sol se demora en las montañas, el río Támega  desciende del cielo y revela el tiempo.

Fino vino de la familia Mateo, que se acabó y con él, el encuentro. Tras nuestros rostros se encubría una misteriosa felicidad  y la sensación de ser aún más amigos.

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